La libertad de un cómic

Siempre me he preguntado qué opinarían H. G. Oesterheld –uno de los padres de El Eternauta- de la discusión sobre el lugar de la historieta en el arte. Sobre la salida de ésta de los géneros menores. Me gusta imaginar que en lugar de enfrascarse en ella habría preferido seguir con uno de los diálogos del Sargento Kirk. 

Los que disfrutamos de este género, o tal vez deba hablar solo por mí,  encontramos en él un espacio de crítica, de ternura  y sobre todo, de libertad. Que otros encasillen, que otros se preocupen de lo que opinan los puristas o los académicos. En la Estación de Nieblas o en el Mar Salado, las preocupaciones siempre han sido otras. 

Esa libertad de las ideas, esa ternura del margen es la que aparece en Humanillo de Jorge Quien, una historieta poética que, como las buenas historietas, nos hace olvidar la discusión de los géneros. Respiramos aliviados. Planeta Cero, Impresiones Bio-Gráficas, Mi Padre y Yo, por nombrar algunas, nos hacen transitar una vez más por ese espacio en el que el futuro ya carga con la semilla de la nostalgia. 


Porque Jorge Quien nos pasea desde el mundo de los mayas, haciéndonos pasar por un álbum de fotos familiares, y dejándonos caer en un planeta que alguna vez abandonamos, con el ritmo de quien conoce y respeta este género, sabiendo que, en sus propias palabras,  el comic puede ser una verdadera experiencia artística, pero no siempre necesita serlo. Justo en esta posibilidad se sitúa la libertad y por ella transita Humanillo. 

Esperaré  su nuevo libro de historietas. Mientras tanto,  pondré a  Humanillo en el librero junto a  Ernie Pike, Sandman y Corto Maltés.

Por María José Ferrada 

Escritora, autora de El lenguaje de las cosas (Editorial El Jinete Azul), 

Un baile diminuto (Das Kapital Ediciones) y Un mundo raro (Kalandraka Editora).

Título: Humanillo

Autor: Jorge Quien

Editorial: La Pinta